Un joven carismático, drogas, prácticas delictivas y deseo de cambiar

Un recorrido de vida, muchas veces nos ayuda a reflexionar sobre algunas representaciones sociales, facilitando dicho ejercicio con la historia de una persona. Esta historia nos permite un repaso sobre consumo de sustancias, prácticas delictivas y formas de inicio de las mismas.
Por Lorena C. Ramundo * 
Historia breve:

    • Se crió en un barrio residencial
    • Su padre, perteneció a las fuerzas militares
    • Su madre, dedicaba exclusivamente al cuidado de sus hijos
    • Fue a colegios estatales reconocidos
    • Consume drogas desde la adolescencia
    • Intercala trabajo legal con trabajo ilegal
    • Hoy tiene 30 años y se encuentra en situación de calle
    • Tiene una hija de 10 años, que moviliza su deseo de recuperación

  • Empezó como un juego, hasta que dejo de serlo…

    A los 10 años organizó un viaje con sus amigos de colegio, similar al que muchos chicos de su edad han fantaseado, con la diferencia de no concretarlo y quedar solo en este plano, el de la fantasía. Propio de esta etapa evolutiva, en la cual se vivencia el aprendizaje básico del conocimiento y las técnicas de la cultura, para Tincho soñar con travesuras, era una rutina cotidiana. Concentrado en el plan, y no tanto en la clase de matemáticas o lengua, se sentó con sus amigos y comenzó trazar el recorrido, la forma de conseguir las herramientas necesarias, y los medios para acceder a ellas.

    “El niño aprende a hacer cosas junto a otros” -1- Tincho, con su espíritu inquieto, buscaba conectarse con lo desconocido, y transgredir normas sociales ó institucionales en el sentido amplio, como las familiares. El objetivo, subir a un micro de larga distancia, salir de Buenos Aires rumbo a Santa Fé. Las herramientas infaltables en sus bolsos eran: jueguitos electrónicos de mano (robados a sus compañeros de grado, para contar con una amplia variedad y no aburrirse en el viaje), cuchillos (aunque no sabían bien en qué caso los usarían).
    La fantasía cumplida termino en una seccional policial; de un lado del mostrador estaba el comisario, del otro los niños y sus padres, quienes al conocer su paradero viajaron de inmediato, trayéndolos con tiradas de orejas a retomar sus clases habituales, y la rutina hogareña.

    La pandilla que Tincho lideraba estaba también conformada por dos de sus amigos. Al igual años mas tarde armó una barrera, en uno de los barrios más pomposos de Buenos Aires, donde en zona de boliches y bares no permitían que nadie pase sin pagar un peaje, que implicaba zapatillas o elementos de valor. Valor impuesto por los medios en los años 90, relacionado a las demandas de consumo del mercado capitalista dependiente, en el que la brecha entre los sectores sociales crecía en altos índices. Situación que impulso a una porción de esta generación a poseer una tensión interna entre la exigencia de un modelo adolescente-juvenil y sus posibilidades.

    El caso de Tincho es interesante en este último punto, ya que supuestamente su posición social, por formar parte de la antigua llamada clase media, facilitaba el logro de esta meta nefasta.
    Entonces, ¿Cuáles fueron sus iniciales motivadores? ¿Qué factores influyeron para el inicio de sus prácticas?

    El primer paso debe ser romper con el binomio: pobreza / delincuencia. En las diversas teorías sobre prácticas delictivas, existe una amplia gama de referentes tipológicos, que facilitan el análisis de situaciones: Lógicas de proveedor, provisión, prácticas de bardear, apretar, profesionalismo en el delito, entre otras. El caso de Tincho se puede asociar, solo en algunos puntos, a la “lógica de la provisión”, que básicamente esta compuesta por escenas cortas, objetivos específicos, limitaciones en el cálculo del costo-beneficio; pero llegado un momento, sus prácticas fueron mutando, entrecruzándose con otras, intentando volver a experiencias de trabajo formal y una suma de intentos de rescatarse, que serían innumerables.

    Su vida, no fue ajena a las influencias de las reglas del mercado nombradas anteriormente, ni a las consecuencias de adicción a las drogas. Tampoco debemos quedarnos en la relación droga / delincuencia, ya que todos y cada uno de los individuos que optan por el consumo de sustancias y luego por el delito son alcanzados por múltiples causas y adoptadas de forma subjetiva.

    El tradicional rito de pasaje al robo, en Tincho es difuso; ya que desde niño se fueron incorporando algunas prácticas afines, que no le dejan ver claramente el momento inicial. Durante un tiempo intercalo trabajo con prácticas ilegales. Demostrando con este período, que hoy siente lejano, que el trabajo puede convivir con el delito. Llegó un momento en el que su grado de consumo, condiciones materiales y subjetivas no le permitían sostener un empleo, dedicándose exclusivamente al robo, estrategias de supervivencia, consumo de sustancias y óseo en alto grado. Teniendo en cuenta que el “consumo de drogas, mas que el robo, es tanto un gran generador de lazos sociales como gran separador” -2- Tincho fue alejándose de su familia, sus amigos, como así también de su barrio y anhelos personales.

    En el caso de Tincho, la mayor parte de sus delitos, estuvieron relacionados al consumo de sustancias. En algunas oportunidades a la compra ó venta de drogas, en otros al pago de las deudas que los malos movimientos le ocasionaban. Por sus relatos, sobre el inicio de esta carrera de consumo y delito, parecería que la conciencia de las consecuencias se encontraba suspendida, excluyéndolas de la reflexión. Hombre de códigos compartidos en los espacios sociales a los cuales eligió participar, refiriéndose con ellos a no transar con la violencia, la muerte y respetar a las mujeres, los ancianos y los niños.

    En la actualidad se siente desposeído, pero con los recuerdos intactos. Recuerdos que son para él motores en la búsqueda de su recuperación. Lo acompañan los rescates de sus hermanas, la frialdad y fidelidad de su padre, la contención y escucha de su madre, los cuidados a su hija y deseos de recobrar este vínculo sanguíneo que es un hito representativo en su historia. Las palabras que se me presentan para describirlo son: carismático, poca constancia, auto-obstaculización de la resolución de sus problemas, ansiedad por recuperar cosas y personas que fueron de pertenencia en otros tiempos, ira, bronca con él mismo y su realidad, voluntad inconstante, alertas que reclaman ayuda, necesidad de lazos afectivos.

    Ahora a los 30 años, se encuentra en situación de calle. Problemática por la cual se acercó a un Parador nocturno perteneciente al Gobierno de la Ciudad lugar transitorio que atiende situaciones de emergencia social, que brinda servicios básicos y una cama para dormir. Aquí conocí su historia, donde después de varias entrevistas pidió iniciar un tratamiento para dejar las drogas. Lugar, en el que también se percibe la lucha contra su adicción y situación de vulnerabilidad, que necesitará más que fortaleza y decisión para superarla.

    NOTAS
    -1- Erikson, Eric. Infancia y Sociedad. Buenos Aires, Paidos, 1960, cap 7, pag. 234

    -2- Gabriel Kessler, Sociología del delito Amateur, Paidos Tramas Sociales, 2004

    * Lorena C. Ramundo
    Lic. Trabajo Social
    Colaboradora del equipo técnico del Plan Nacional de Prevención del Delito,
    Programa Comunidades Vulnerables
    Ministerio de Justicia y Derechos Humanos
    Julio 2006

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