¿De quién es la Historia?

ESPECIAL PARA ARGENTINA:
Por José Luis Parra
Distintos gobiernos -nacional, provinciales y municipales- convocaron a festejar el pasado 25 de mayo el cumpleaños de la patria (recordando el 25 de mayo de 1810).
En todo el país se organizaron fiestas, actos, desfiles. El propio Ministro de Educación de la Nación, Daniel Filmus, adelantó la importancia de lo que será el bicentenario en 2010.

Pero resulta que el 25 de mayo no es el cumpleaños de la patria.

La Independencia nacional se declaró el 9 de julio de 1816. El cumpleaños de la patria es pues el 9 de julio.

¿Se trata entonces de un error de nuestros gobernantes, del sistema educativo, de todos los ciudadanos? ¿O acaso la Argentina es el único país que tiene dos fechas fundacionales?

Nos dicen que el 25 de mayo de 1810 se constituyó nuestro primer gobierno patrio. Sin embargo, esa Junta que desplazó al Virrey Cisneros juró lealtad al soberano español; tomó el poder en su nombre mientras Fernando de Borbón estuviera prisionero de Napoleón Bonaparte.

Francia mantenía un ejército de ocupación en España. Sus habitantes sublevados recurrieron a la guerra de guerrillas, mientras que las Juntas, formadas por los vecinos en cada ciudad para sostener la soberanía, se disolvían ante el poder enemigo.

En 1809, con el apoyo ingés se resistía en el puerto de Cádiz, donde se constituye la última Junta que mantendrá la soberanía española. De tal modo España, antigua enemiga inglesa, se convierte en aliada frente a la amenaza napoleónica. Exigida por Inglaterra, la Junta Central firma el Tratado Apodaca-Canning, que abre los puertos americanos a las mercaderías inglesas. Envía al Río de la Plata al marino Baltasar Hidalgo de Cisneros como virrey en reemplazo de Santiago de Liniers. Buenos Aires era un centro de contrabandistas, ciudadanos ingleses o ligados a su comercio. Liniers, si bien soldado español, había nacido en Francia y se temía que se pasara a las filas napoleónicas.

Con el bloqueo continental de 1804, Napoleón asestó a Inglaterra un duro golpe económico. La potencia industrial se lanzó a buscar nuevos mercados. Así conquistó Sudáfrica (hasta ese momento en poder de los holandeses) en 1805. Y desde allí se lanzó a Buenos Aires en 1806. Mientras el Virrey Sobremonte se retiraba con los caudales públicos, los comerciantes españoles y vecinos se organizaron para la reconquista. Los habitantes de Buenos Aires formaron milicias, eligieron sus jefes y se dieron de hecho una nueva forma de organización política.

Los criollos (entre los que se contaban los orilleros o habitantes de las orillas o afueras) presionaron luego ante las autoridades peninsulares para separar de su cargo a Sobremonte. Ante la difícil situación europea el poder colonial decidió designar como Virrey a Liniers, héroe de la reconquista. La clase popular se integró a las nuevas milicias, que adquirieron un alto poder de fuego.

Tal era el cuadro a la llegada de Cisneros, a quien acompañanban decenas de barcos ingleses cargados de mercaderías. Al poco tiempo se hizo notorio que sólo pretendían llevarse metálico (oro y plata). Cisneros estaba presionado por el tratado de libre comercio, mientras que por otro lado debía responder a los comerciantes españoles, quienes reclamaron ante la invasión de mercaderias inglesas, lo que significaría la ruina de la economía colonial.

Ante este reclamo, Cisneros prohibió la extracción de metálico. Como los ingleses no cumplieron, los expulsó de Buenos Aires. Presionado por la flota inglesa, dio un plazo de 6 meses para su retiro. Ese plazo vencía en mayo de 1810. El día 19 dio comienzo la Semana de Mayo y los movimientos políticos. El día 25 se convocó a un Cabildo abierto. Los orilleros no pudieron participar. Se invitó sólo a.los 450 vecinos “más sanos”. Algunos cuerpos de ejército se apostaron estratégicamente y dejaron pasar a 250, sobre una población estimada en 40.000 habitantes.

Al cabo de la jornada, Cisneros fue expulsado de Buenos Aires y reemplazado por una Junta heterogénea integrada por españoles, por adherentes a la economía británica y por militantes que pugnaban por la independencia.

Podría decirse que más que una revolución se trató de un Golpe de Estado contra Cisneros y su decisión de tímida defensa de la economía regional. A Cisneros lo echaron, mientras que los ingleses pudieron quedarse. Poco después se autorizó a que retiraran oro y plata de la plaza de Buenos Aires.

La Junta de mayo de 1810 no declaró la independencia, aunque en su seno se evidenció el conflicto que enfrentó a dos modelos: el de la dependencia al capital y las potencias imperiales frente al modelo de país soberano.

El pleito se zanjó por muchos años en favor de la oligarquía aliada a los intereses de las potencias de turno. Fue esta oligarquía la que se apropió de la Historia, lavando de ideología a los próceres y a los hechos. Y montó un discurso que se levanta sobre una falsa premisa y que no sólo nos induce a conclusiones falsas sino que genera un sentimiento de pérdida de lo que nos es propio.

José Luis Parra

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