Altruistas y miserables

Por Carlos A. Solero
Se ha apagado la vida de un hombre activo y solidario Alberto Morlachetti, sociólogo excluido de la Universidad Pública durante la dictadura cívico-militar impulsor de proyectos comunitarios autogestivos para otorgarle sentido a la vida de niños y niñas hambreados y estigmatizados por el sistema de dominación vigente.
Morlachetti llevó adelante en Avellaneda (Buenos Aires) iniciativas como Pelota de trapo a través de la cual baldíos infectos se transformaron en huertas comunitarias gracias a labor coordinada y solidaria de jóvenes, esas huertas proveyeron y proveen a comedores populares.

La pobreza y el hambre son crímenes perpetrados por un sistema perverso, solía repetir este activista social, ideólogo de la Asignación Universal por Hijo. Además de haber impulsado el Movimiento de Chicos del pueblo que se fue expandiendo y abriendo a brecha en medio de la orgía neoliberal de los años noventa.

Alberto Morlachetti, un activista social insoslayable referente en estos tiempos en que más de un político aspirante a trepar la pirámide de las estructuras de macro poderes, estigmatiza a madres adolescentes de las clases populares y sectores subalternos.

El contraste entre altruistas y miserables persiste, lo importante es que las labores de acción colectiva solidaria se multipliquen en las entrañas de la sociedad para detener y neutralizar los letales efectos del egoísmo pregonado como valor cuando es un obsceno disvalor propio de las sociedades del capital mercancía.

Sólo la solidaridad puesta en acción y movimiento con la creación de espacios autogestivos que potencien el libre debate y la genuina participación no delegativa puede contribuir a recomponer la trama social antes de la debacle y la generalización de la anomia.

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