Arlt, siempre Arlt

Por Celina Ballón
Es un lugar común decir que Arlt fue un cronista de su época. Cabe preguntarse, ante la frase hecha, a qué época se refieren quienes reiteran el cliché: basta leer algunas de sus crónicas – como aquellas que hablan de los hospitales- para comprobar que Arlt se ocupó de problemas argentinos que se empeñan en permanecer a lo largo del tiempo (o en volver, luego de unas cortas vacaciones). Aunque ya no existan vendedores ambulantes de manteca y pocos recuerden a Rocambole, la cartelera porteña de 2014 es una buena muestra del interés que sigue despertando su teatro. A continuación, ofrecemos una reseña de algunas de las puestas en escena de sus obras.

Saverio el cruel (o La salud de los enfermos)
Esta pieza –al igual que el cuento de Cortázar– se centra en una mentira colectiva de consecuencias siniestras. Saverio, un vendedor de manteca obsesionado por el producto que vende, al punto de erigirlo en pilar de la alimentación humana, es objeto de una broma cruel a manos de unos burgueses ociosos.
Por obra y gracia de la trampa, el humilde vendedor de calzará las botas y las charreteras de un coronel y, una vez disfrazado, se creerá su papel al pie de la letra, al punto tal que se procurará una guillotina para amueblar su humilde cuarto de pensión.
Saverio se soñará déspota, dueño y señor de las vidas de cada uno de los hombres y mujeres de su pueblo. “El populacho admira a los hombres crueles”, pontifica el mantequero, al que un par de días le han bastado para olvidar su verdadera condición social. En el punto máximo de su delirio, el pseudodictador promete, convencido, que “las cabezas caerán en el cesto de la guillotina como naranjas en tiempos de cosecha”.
La obra, estrenada en 1936, es una crítica hacia el totalitarismo que avanzaba en Europa y el militarismo local que ya había infligido al país un primer golpe de Estado. Ha pasado tiempo desde entonces, y aunque la situación política de hoy sea muy diferente, la burla de Arlt ante la brutalidad y la codicia del poder no ha perdido actualidad.
Cuando la farsa termina, Saverio descubre que el destino que le espera es radicalmente distinto de sus sueños.
La puesta de Cristian Sabaz se aparta muy poco del original. Quizás hubiera sido preferible que se permitiera un mayor margen de libertad: los mejores momentos son aquellos en los que se permite separarse creativamente del texto, como la escena que se juega en teatro de sombras.
El punto más alto de la obra es sin duda la labor actoral de Ricardo Bustos, que entrega un Saverio tan real que parece sacado de la calle.
Ficha técnica: http://www.alternativateatral.com/obra32747-saverio-el-cruel

Los malditos: una versión de La fiesta del hierro
En esta obra hay tres personajes principales: una concubina aburrida e infiel, un criado que sueña con dejar de serlo y un niño que doce años que hace sus primeras armas en la extorsión.
La figura que vincula a todos ellos es Grurt Armstrong, un hombre que, de acuerdo con las palabras de su mujer “fabrica cañones con la misma indiferencia con la que podría amasar fideos”. Guerrero de escritorio, Armstrong es un adorador de Baal Moloch, al que siempre está dispuesto a ofrendarle las vidas de los otros. Hasta que un día algo sale mal –o bien- y el hombre descubre que ya no habrá fuego capaz de purificarlo.
La fiesta… es una denuncia de los negocios de la guerra, que extiende su crítica a todas las formas de la codicia. Allí están el cura obsesionado con construir un campanario para su iglesia –los fieles se muestran indiferentes, pero su construcción le permitiría ascender la escalera eclesiástica y por eso calcula y recalcula ladrillos–, el niño que celebra una rapacidad que conoce de sobra –“Papá es un león. Cualquier día se traga el país con las casas, los ríos, los barcos y las gentes”– y dos tramposos que urden un asesinato para que su complot no sea descubierto.
Pero aunque la obra se centre sobre estos personajes miserables, hay otros protagonistas que sólo aparecen al final de la obra: los adoradores de Baal, de traje impecable y manos sangrientas. La mujer del señor Grurt ha conocido íntimamente a uno de ellos, y la descripción que hace de él vale para todos: “En ese tiempo tuve un amigo, ¡el más hábil estafador que pueda conocerse!¡Nada de fraudes pobretones! Él trabajaba en grande. Se ocupaba exclusivamente de fundar sociedades anónimas, instituciones de crédito, monopolios. Redactando los estatutos de una cooperativa o de una sociedad de seguros era un genio”.
El principal atractivo de la obra es la actuación de Atina del Valle, que compone una Mariana con todos los tics de una actriz de cine de la época. La escenografía también tiene algunos aciertos – como el del árbol siniestro, al que basta girar para que aparezca una estatua de Moloch que recuerda vagamente a los Transformers. El principal déficit de la puesta, es a nuestro juicio, la falta de ritmo: se hace demasiado larga y eso conspira contra el interés que despierta en el espectador. Quizás hubiera sido mejor ceñirse a la pieza original y evitar interpolaciones de otros textos, que terminan ralentizando el desarrollo del conflicto.
Ficha técnica: http://www.alternativateatral.com/obra32252-los-malditos

Jamón del diablo: Soñar, soñar
La obra es una versión libre de Trescientos millones. En lugar de un humilde cuarto de pensión, la obra nos instala dentro de un cabaret: el espectáculo se desarrolla en torno a los espectadores, que se transforman así en parte de la obra.
La sirvienta de Arlt es ahora la moza más fea del lugar y los personajes que la rodean ya no son el Hombre Cúbico y Rocambole: en esta versión hay abuelas, gitanas y una superheroína que recuerda a las chicas superpoderosas.
El sueño de la protagonista se narra entre canciones y mini monólogos que recuerdan a los números de stand up. Aun así, la historia se mantiene, y la excelente actuación de los protagonistas nos mantiene en vilo: aunque conozcamos la historia, estamos pendientes de su desarrollo como si ignorásemos lo que va a pasar. Y el final logra sorprendernos.
Con Jamón… Tolcachir hizo una apuesta dramatúrgica arriesgada: pasar la obra de Arlt por el filtro del musical. El resultado es excelente. Sin duda contribuye a su éxito la labor de los actores: se trata de un elenco numeroso en el que no hay desempeños que no sean buenos. Algunos – como el de la actriz a cargo del personaje principal – son sobresalientes. Con desbordes de melodrama, música en vivo, guiños cómicos de actualidad y copa de vino – gentileza de la casa – Jamón… divierte de principio a fin y nos demuestra que es posible – ¡y deseable! – encarar la obra de Arlt sin caer en los lugares comunes del artista maldito y la denuncia amarga.
Ficha técnica: http://www.alternativateatral.com/obra1613-jamon-del-diablo

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